Ferdinand Zweig: de la libertad a la confraternidad humana.

En una de las ocasionales visitas a las librerías de textos usados, adquirí el libro de Ferdinand Zweig (1896-1988), El Pensamiento Económico y su Perspectiva Histórica, de la editorial FCE, en su primera edición al español de 1954.

El autor fue un sociólogo y economista polaco con diversos libros y publicaciones en esas materias, con una perspectiva que considero de carácter liberal y social.

En las primeras líneas de El Pensamiento Económico y su Perspectiva Histórica, Zweig menciona que es necesario volver a escribir la historia del pensamiento económico y reinterpretarlo “para agregar espíritu y vida a la simple acumulación de datos” y considerar el entorno y circunstancias de cada propuesta. Dicha consideración es válida para los escritos de Zweig y para destacar lo que a la fecha resulta interesante en su obra.

Propone que es factible revisar el pensamiento económico desde una perspectiva histórica válida para una época, y otra teórica, que se pretende general y válida para todas las épocas, pero basada en supuestos. A la fecha, predomina este segundo enfoque teórico analítico, en donde el “homo economicus” prevalece con características egoístas, racionales y maximizadoras.

Por eso resulta interesante que Zweig apunta una primera critica al enfoque marginalista cuando menciona que con base en una encuesta realizada por un grupo de economistas de Oxford en 1939 se determinó que los empresarios actúan conforme a criterios de “justo precio” y tratan de establecer un “justo contrato”, no conforme a los criterios de la escuela de la utilidad marginal que busca el valor máximo por la oferta mínima. Es decir, más parecido a las estrategias de negociación de ganar-ganar desarrolladas en Harvard y en contra del modelo ficción del “homo economicus”. Por ello insiste en la necesidad de “establecer sólo supuestos realistas y validos”, estudiando la historia y las tendencias que apuntan al futuro. Por lo anterior, no desecha ninguna perspectiva para el estudio de la economía.

Muestra una gran afinidad con los postulados del marxismo. En su opinión “la escuela marxista ha sustituido a los individuos que luchan por la riqueza individual, por las clases sociales que luchan por la riqueza máxima de sus individuos” y destaca la importancia de la concepción materialista de la historia, las condiciones y relaciones económicas sobre las políticas económicas.

No obstante, también señala los errores y equivocaciones de los economistas. Sobre Marx señala que se equivocó acerca del desarrollo futuro del capitalismo, en los procesos de concentración de la propiedad y de proletarización y pauperización de los trabajadores. También que la tendencia del socialismo se presentaría en los países industriales. Expresa que tanto Marx como Lenin, tuvieron “una gran capacidad de odio, fueron terribles contra todos, inclusive contra los más próximos a ellos que parecían desviarse de la línea recta que les habían trazado”. Cabe señalar que Zwieg ya no conoció los sucesos posteriores a la caída del Muro de Berlín y la reconversión de China, creo que hubiera aceptado como fallido y con un gran costo social y económico el desarrollo del socialismo.

Por otro lado, considera que Hayek se equivoca en su posición respecto de la planeación, al considerar que disminuye la eficacia y la productividad. Respecto de Keynes menciona que se equivocó en su apreciación de las consecuencias económicas del Tratado de Versalles. No obstante, dichas valoraciones requieren considerar su perspectiva historia y la época en que fueron emitidas.

Esos ejemplos, le son suficientes para sugerir “que los economistas harían muy bien en ser muy modestos y en abstenerse de aconsejar acerca de los cambios estructurales o de predecir el futuro”. Propuesta que muchos economistas apoyan en la actualidad, hasta que el mercado les ofrece pagarles por hacer predicciones de las condiciones futuras de las variables económicas e incluso sociales y políticas. Y la posterior necesidad de explicar las razones de las fallas en las estimaciones.

Para el autor no es ajeno el estudio del derecho, en uno de los apartados del libro, menciona que “la literatura económica prepara el camino para la legislación económica”. Los estudios económicos no sólo explican lo que ocurre en la interrelación social, también influye en la creación de leyes que regulan la conducta social, previa conciliación de intereses opuestos “y expresión de una opinión dominante, reveladora de las verdaderas ideas de una época dada”. La legislación en materia económica influye en la literatura económica y para el autor es tan relevante que deben considerarse también como parte de las doctrinas económicas. Entre los ejemplos que menciona destacan las legislaciones de carácter social relativas a la educación, vivienda, de asistencia a los pobres, de la reducción de las horas de trabajo, que tienen la característica en común de orientar los movimientos democráticos. Por lo anterior, considero que su análisis coincide con los principios del Derecho Económico, que conforme a la definición de Manuel R. Palacios Luna, en el libro El Derecho Económico en México, es el “Conjunto de normas jurídicas originadas en las transformaciones tecnológicas y estructurales de la sociedad, con la finalidad de contribuir al establecimiento de un nuevo orden jurídico. Sus normas tienden al equilibrio de los agentes económicos, por medio de la reglamentación, ya sea por el Estado o por los particulares. Este Derecho, con espíritu solidarista, da prioridad al interés general sobre los intereses privados”.

En el texto Zweig trata de encontrar semejanza entre las posturas de Marx y Keynes, sintetizando en la frase de “Keynes es el médico del capitalismo; Marx es su sepulturero”. También busca semejanza en la postura de John Law y John Maynard Keynes, tanto en la búsqueda del pleno empleo, el rechazo al patrón oro y la importancia que el dinero y el crédito tienen para incentivar o afectar a la economía. Es un tema que en la actualidad ha tenido creciente interés desde la crisis de 2008, sobre todo cuando formula la pregunta “¿de dónde procede el incremento del dinero?” y advierte de la “desustancialización de la moneda”.

A lo largo del libro un tema que destaca por sus diversas menciones es el de la planeación, que la encuentra desde los mercantilistas, quienes consideran a la economía un medio para lograr el poder político, “no es la riqueza lo que se busca, sino el poder”. La planeación para un uso pleno de los recursos productivos en beneficio de la comunidad, “dado que con un sistema de laissez-faire es incierto el uso pleno de esos recursos, este objetivo es uno de los argumentos básicos para adoptar la técnica de la planeación”. Este también es un tema muy actual vinculado con el Estado del Bienestar, la economía mixta y la intervención del estado en los ciclos económicos.

Finalmente, el autor considera que del estudio de la historia de las ideas económicas lo que se puede aprender, es humildad. Ante los múltiples errores incluso de mentes muy brillantes queda por reconocer que “Mucho de lo que los economistas pensaron que era eterno es solamente transitorio”. Pero más importante, es su opinión sobre las insuficiencias de la democracia, considerando el contexto de quien presenció y sufrió las restricciones de dos guerras mundiales, la guerra fría y los conflictos locales, al considerar que “La democracia exalta la libertad, pero a menudo olvida los goces de la confraternidad humana, que puede endulzar hasta las penas y los riesgos de la guerra”. Es un tema en donde las democracias en la época actual aún deben trabajar, buscado mayor igualdad y mejorar las relaciones sociales en un ámbito de libertad, reconociendo el esfuerzo individual y los derechos generales de bienestar.